Anàlisis
sábado, 31 de mayo de 2014
31/05/2014 - Blanco como la nieve
viernes, 30 de mayo de 2014
30/5/2014 - La travesía de Jordyn
jueves, 29 de mayo de 2014
29/05/2014 - En busca del tesoro robado
[Jesús] les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. —Mateo 4:19
En El Hobbit, de J. R. R. Tolkien, los enanos se reúnen para enfrentarse a Smaug, el temible dragón, y recuperar el tesoro robado. A pesar de la búsqueda peligrosa y aterradora, Balin, el segundo al mando entre los enanos, expresa su confianza en Torin: «Hay uno a quien podría seguir; uno a quien podría llamar Rey». La confianza en su líder fortalecía su compromiso con la misión, por más peligrosa que fuera.
Cuando Jesús empezó su ministerio terrenal, reunió un grupo que lo acompañaría en la tarea de rescatar el tesoro de almas perdidas de manos de nuestro enemigo, Satanás. Cuando los llamó, les dijo: «Venid en pos de mí» (Mateo 4:19). Para ellos, seguir a Jesús significaría una gran transición, de ser simples pescadores a pescar hombres y mujeres atrapados en las redes del pecado. Pero la tarea no siempre sería fácil. Para referirse a esta empresa, Jesús habló de llevar la cruz y seguirlo (ver Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23).
¿Cómo permanecemos firmes en la batalla para reclamar los tesoros perdidos de Cristo cuando parece intimidante o incómoda? Manteniendo la mirada en nuestro Líder. Sin duda, Él es digno; alguien a quien podemos seguir, ¡a quien podemos llamar Rey!
miércoles, 28 de mayo de 2014
28/05/2014 - La caída
martes, 27 de mayo de 2014
27/05/2014 - Bendita falta de memoria
lunes, 26 de mayo de 2014
26/05/2014 - Llamado a la consolación
NUESTRO PAN DIARIO
domingo, 25 de mayo de 2014
25/05/2014 - Dosifícate
sábado, 24 de mayo de 2014
24/05/2014 - Un nombre adecuado
viernes, 23 de mayo de 2014
23/05/2014 - Más de lo merecido
jueves, 22 de mayo de 2014
22/05/2014 - Escuchar
miércoles, 21 de mayo de 2014
21/05/2014 - Anclas en la tormenta
martes, 20 de mayo de 2014
20/05/2014 - Había una vez
… el Señor tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches. —Jonás 1:17
Algunos dicen que la Biblia es una simple colección de cuentos de hadas. Un niño que mata a un gigante. Un hombre al que se lo traga un gran pez. El arca de Noé. Incluso algunas personas religiosas piensan que estos acontecimientos son solo cuentos agradables con una buena moraleja.
Sin embargo, Jesús mismo se refirió a Jonás y el gran pez, y a Noé y el diluvio, como eventos reales: «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37-39). Su regreso sucederá cuando nadie lo espere.
Jesús comparó los tres días de Jonás dentro del gran pez con los tres que Él experimentaría en la tumba antes de resucitar (Mateo 12:40). Y Pedro habló de Noé y del diluvio al compararlo con el día en que Jesús regrese (2 Pedro 2:4-9).
Dios nos dio su Palabra: un libro lleno de verdad, no de cuentos de hadas. Y un día, viviremos felices para siempre con Él, cuando Jesús vuelva a buscar a sus hijos.
lunes, 19 de mayo de 2014
19/05/2014 - Interrupciones
El consejo del Señor permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. —Salmo 33:11
Mi hermana y yo anhelábamos pasar unas vacaciones en Taiwán. Habíamos comprado los boletos de avión y reservado habitaciones en un hotel. Pero dos semanas antes del viaje, ella se enteró de que debía permanecer en Singapur para lidiar con una emergencia. Nos sentimos desilusionadas de que se frustraran nuestros planes.
Los discípulos de Jesús estaban junto a Él en una misión urgente, cuando su viaje se vio interrumpido (Marcos 5:21-42). La hija de Jairo, uno de los principales de la sinagoga, estaba muriendo. El tiempo era crucial, y Jesús se encontraba camino a la casa de ellos. Pero de repente, se detuvo y preguntó: «¿Quién ha tocado mis vestidos?» (v. 30).
A los discípulos pareció irritarlos lo sucedido, y le contestaron: «Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?» (v. 31). Pero Jesús consideró que esta era una buena oportunidad para servir a la mujer que sufría. Su enfermedad la había vuelto ceremonialmente impura, ¡y hacía doce años que no podía participar de la vida de la comunidad! (ver Levítico 15:25-27).
Mientras Jesús hablaba con esta mujer, la hija de Jairo murió. Era demasiado tarde… o así parecía. No obstante, esta demora le permitió a Jairo conocer más profundamente a Jesús y su poder… ¡un poder que superaba incluso la muerte!
A veces, nuestra frustración puede ser para tener un encuentro con Dios.
domingo, 18 de mayo de 2014
18/05/2014 - Lista de deseos
Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. —Romanos 12:10
Hace poco, un amigo me contó que, cuando llevó a su hermana a Europa, tachó uno de los ítems en su lista de cosas que deseaba hacer antes de morir. Aunque él ya había visitado este lugar muchas veces, ella nunca había ido. Me sorprendió que en su lista de deseos figurara este generoso objetivo, y me llevó a preguntarme cuántos de mis sueños y metas apuntan a los demás.
Romanos 12:6-21 habla de los dones de Dios para nosotros como miembros del cuerpo de Cristo, y de cómo tendríamos que usarlos en la vida cotidiana. Todos van orientados hacia fuera. La enseñanza, por ejemplo, no es para que el maestro se sienta satisfecho, sino para beneficio de otros. Lo mismo sucede con los demás dones mencionados en los versículos 6 al 8. Pablo resume esta actitud generosa, alentándonos de esta manera: «ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente» (v. 10, nvi).
El apóstol ejemplificó esta actitud incluyendo a otros en su ministerio y dedicando su vida al servicio de la siguiente generación de creyentes. La generosidad, la hospitalidad, el perdón y la compasión guiaban su conducta.
Entre nuestros objetivos de vida, tiene que estar el ofrecer los dones que Dios nos ha dado.
sábado, 17 de mayo de 2014
17/05/2014 - Tomar aire
… en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles… —Colosenses 1:16
Los seres humanos nos exponemos a realidades visibles e invisibles: lo natural y lo sobrenatural. Mientras observaba ballenas en la costa de Nueva Zelanda, reflexioné sobre estos dos mundos. Este mamífero descansa en la superficie durante un tiempo, luego respira un par de veces (y crea unos chorros espectaculares) y se sumerge unos 1.500 metros para alimentarse.
A pesar de tener su propio hábitat marino, debe salir a la superficie para tomar aire de tanto en tanto o se muere. Aunque no conoce mucho el mundo de arriba, necesita un contacto vital con él para sobrevivir.
A veces, me siento como esa ballena, tomando aire espiritual en intervalos regulares para mantenerme con vida. Pero no hay una división clara entre lo natural y lo sobrenatural. Lo que hago como cristiano (orar, adorar, demostrar el amor de Dios al enfermo, al necesitado y al preso) es tanto sobrenatural como natural.
El mismo Dios que creó el mundo visible, lo sustenta activamente, y abrió un camino para acercarnos a Él, el Invisible. Pablo escribió: «Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte (Colosenses 1:21-22).
Todas nuestras acciones ocurren en el mundo visible, que podemos tocar, oler y ver. Sin embargo, el Creador ha proporcionado una manera de respirar el aire espiritual que necesitamos y anhelamos.
viernes, 16 de mayo de 2014
16/05/2014 - Muchos consejeros
Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman. —Proverbios 15:22
Thomas à Kempis, teólogo del siglo xv, dijo: «¿Quién es tan sabio como para conocer perfectamente todas las cosas? Por lo tanto, no confíes demasiado en tu propia opinión, sino está dispuesto a escuchar las opiniones de los demás. Aunque tu parecer puede ser correcto, si por amor a Dios lo desestimas y sigues el de otro, te beneficiarás aun más». Thomas reconocía la importancia de buscar la opinión de consejeros de confianza al hacer planes para la vida.
Para determinar el rumbo de Dios para nosotros, la persona sabia tiene que abrirse a distintas líneas de consejo, mediante las cuales el Señor puede transmitir su sabiduría. Cuando una persona busca el consejo sabio de los demás, expresa que es consciente de que tal vez esté pasando por alto factores importantes en sus decisiones.
Salomón, el hombre más sabio de Israel, escribió sobre la importancia del consejo de los demás: «Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman» (Proverbios 15:22).
El Señor es un Admirable Consejero (Isaías 9:6), y desea protegernos mediante consejeros sabios. Búscalos y agradece a Dios por ellos. Deja que te ayuden a descubrir el plan divino para tu vida.
jueves, 15 de mayo de 2014
15/05/2014 - Sanidad lenta
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá […] dolor; porque las primeras cosas pasaron. —Apocalipsis 21:4
Solo cuatro semanas después de que nuestro hijo se unió al ejército, sufrió una lesión grave en la rodilla durante un ejercicio de entrenamiento. Entonces, lo dieron de baja. Así que, a los 19 años, tuvo que usar durante algún tiempo un bastón para andar, y por la severidad de la lesión, soportó dos años de recuperación, reposo y rehabilitación. Por fin, pudo dejar los soportes ortopédicos para rodilla que había utilizado desde el accidente. Aunque todavía tiene dolores, el proceso lento y largo de sanidad le permitió volver a usar la pierna como antes.
A menudo, la sanidad física es mucho más lenta de lo que prevemos. Esto también sucede en la esfera espiritual. Las consecuencias de las malas decisiones o de las acciones de personas hirientes pueden crear cargas o heridas para toda la vida. Pero para los hijos de Dios, hay esperanza. Aunque no siempre podemos experimentar una plena restauración en esta vida, tenemos la promesa de sanidad. El apóstol Juan escribió: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4).
En los momentos de dolor, nos consuela saber que, al final, y gracias a la maravillosa presencia del Señor, gozaremos de plenitud para siempre.
miércoles, 14 de mayo de 2014
14/05/2014 - Lucir bien
… Limpia primero lo de dentro… —Mateo 23:26
«Qué saludable luce tu cabello —me comentó mi peluquera después de hacerme un nuevo corte—. Espero que se deba a que usas nuestros productos». «No, lo lamento —contesté—. Uso productos baratos y que tienen un aroma agradable». Pero después añadí: —También intento comer bien. Creo que eso hace una gran diferencia.
Cuando pienso en todo lo que hacemos para lucir bien, recuerdo algunas cosas que realizamos para guardar una buena apariencia espiritual. Jesús trató este tema con los líderes religiosos de Jerusalén (Mateo 23). Ellos seguían una serie de normas religiosas complicadas, que sobrepasaban completamente las que Dios les había dado. Se esforzaban por guardar las apariencias frente a sus compatriotas, para probar que eran mejores que los demás. Pero sus esfuerzos no impresionaban a Dios. Jesús les dijo: «… limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia» (v. 25). En realidad, lo que hacían los fariseos para lucir bien delante de los demás revelaba su desastrosa condición interior.
Cada sociedad valora distintas conductas y tradiciones religiosas, pero los valores del Señor trascienden las culturas. Y lo que Él valora no se mide por lo que ven los demás. A Dios le importa que tengamos un corazón limpio y motivaciones puras. La salud espiritual se expresa de adentro hacia fuera.
martes, 13 de mayo de 2014
13/05/2014 - Nuevo nacimiento
Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. —Salmo 139:13
¿Qué tienen los bebés que nos hacen sonreír? Muchos dejan lo que están haciendo al ver o escuchar a un bebé, y acuden en masa a contemplar al pequeñito. Observé esto cuando visitaba a mi padre en un hogar de ancianos. Aunque la mayoría de los residentes estaban en sillas de ruedas y tenían demencia senil, la visita de una familia con un bebé casi siempre les traía una chispa de gozo a la mirada que, poco a poco, se transformaba en una sonrisa. Era maravilloso verlo.
Quizá los bebés generan sonrisas por la maravilla de una nueva vida: tan preciosa, pequeña y llena de promesas. Ver a un bebé puede recordarnos a nuestro maravilloso Dios y su gran amor para con nosotros. Nos amó de tal manera que nos dio vida y nos formó en el vientre de nuestra madre. «Porque tú formaste mis entrañas», declara el salmista, «tú me hiciste en el vientre de mi madre» (Salmo 139:13).
Dios no solo nos da la vida física, sino que también nos ofrece un nuevo nacimiento espiritual mediante Jesús (Juan 3:3-8), y les promete a los creyentes cuerpos nuevos y vida eterna cuando Cristo regrese (1 Corintios 15:50-52).
La vida física y el renacimiento espiritual son preciosos regalos de la mano de nuestro Padre.
lunes, 12 de mayo de 2014
12/05/2014 - Consignas de vida
… yo os he enseñado estatutos y decretos, […] para que hagáis así… —Deuteronomio 4:5
Durante muchos años, conservé una carpeta de archivo titulada «Oratoria». Se fue llenando de artículos, citas e ilustraciones que podían ser útiles. Hace poco, la revisé para descartar las cosas desactualizadas. Me resultó difícil deshacerme de muchas, no porque no las haya usado todavía en una charla, sino porque no las he puesto en práctica. Cerré la carpeta pensando: «No son palabras para usar en una conferencia; son consignas de vida».
Después de 40 años en el desierto, Moisés le dijo al pueblo que se preparaba para entrar en la tierra prometida: «Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os da» (Deuteronomio 4:1). La temática repetida de Moisés (vv. 1, 2, 5, 6, 9) es que hay que cumplir los mandamientos divinos, y lo expresó muy bien: «… yo os he enseñado estatutos y decretos […] para que hagáis así» (v. 5).
Es fácil hablar sobre hacer más de lo que hacemos y predicar sobre verdades que no ponemos en práctica. Podemos llenarnos la boca de palabras, pero necesitar una dosis de realidad, olvidando que todos los mandamientos de Dios fluyen de su corazón que nos ama.
domingo, 11 de mayo de 2014
11/05/2014 - La meta de mamá
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. —2 Timoteo 4:7
Cuando Julio se enteró de que la salud de su madre desmejoraba rápidamente, tomó un avión y fue a verla de inmediato. Se sentó al lado de su cama, le sostuvo la mano, le cantó himnos, la consoló y le expresó su amor. La mujer falleció, y en el funeral, muchos le expresaron al joven la bendición que había sido su madre para ellos. Tenía un don para enseñar la Biblia, para aconsejar a otros y para liderar grupos de oración. Estas fueron partes vitales de su servicio a Cristo hasta casi el final de su vida. Terminó la carrera fuerte para el Señor.
Para honrar la vida de su madre, Julio participó en una carrera de 42 kilómetros. Durante la carrera, le dio gracias al Señor por su vida y lloró su pérdida. Cuando cruzó la meta, señaló con el dedo al cielo. «Donde está mamá», dijo. Ella había honrado a Cristo hasta el final, lo cual le recordó a su hijo las palabras del apóstol Pablo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor […] en aquel día…» (2 Timoteo 4:7-8).
Estamos participando en una «carrera de larga distancia». Corramos de tal manera que obtengamos el premio de una corona «incorruptible» (1 Corintios 9:25). ¿Qué podría ser más deseable que terminar bien para Cristo y estar con Él para siempre?
sábado, 10 de mayo de 2014
10/05/2014 - Una salida
… fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también […] la salida… —1 Corintios 10:13
Hace poco, mientras estaba en Londres, decidí tomar el metro hasta mi destino. Así que, pagué la tarifa y descendí a las profundidades de la ciudad para tomarlo. Pero salir de la estación puede ser una experiencia aterradora para alguien que no conoce el sistema. Si no encuentras la salida, es fácil perderse en los túneles.
Estar solo en un túnel subterráneo desierto produce una sensación estremecedora, así que, créeme, no hay que perderse. De más está decir que me alegró divisar el cartel de «SALIDA», y me encaminé hacia donde estaría a salvo.
Pablo nos recuerda que cuando somos vulnerables a caer en pecado, «… fiel es Dios, que no [nos] dejará ser tentados más de lo que [podamos] resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida…» (1 Corintios 10:13). Es fácil suponer que el Señor no está con nosotros cuando somos tentados a pecar. Pero este versículo nos asegura que sí está presente y que no permanece impasible. En cambio, nos proporciona una salida para que podamos resistir.
Por eso, la próxima vez que te sientas tentado, recuerda que no estás indefenso. ¡El Señor proporciona una «salida»! Busca el cartel, y síguelo hacia lo seguro.
viernes, 9 de mayo de 2014
09/05/2014 - Promesas cumplidas
… puesto el sol […] se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. —Génesis 15:17
En el antiguo Cercano Oriente, un tratado entre un superior (señor o rey) y un subordinado (súbdito) se llamaba tratado de soberanía. Para la ceremonia de ratificación, había que sacrificar animales y cortarlos a la mitad. Las partes se acomodaban en dos filas sobre el suelo, formando un pasillo entre las dos personas. Cuando el soberano caminaba entre las mitades, declaraba públicamente que cumpliría el pacto y que, en caso de no hacerlo, le sucedería lo mismo que a los animales muertos.
Cuando Abram le preguntó a Dios cómo podía estar seguro de que se cumplirían sus promesas, el Señor utilizó el simbolismo del tratado de soberanía, significativo para aquella cultura, a fin de afirmar sus promesas (Génesis 15). Cuando la antorcha ardiente pasó entre las partes del sacrificio, Abram comprendió que Dios declaraba que era responsabilidad de Él cumplir el pacto.
El pacto de Dios con Abram y su garantía de cumplirlo se extiende a los seguidores de Cristo. Por eso, en sus escritos en el Nuevo Testamento, Pablo se refiere constantemente a los creyentes como hijos de Abraham (Romanos 4:11-18; Gálatas 3:29). Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador, Dios se transforma en el guardián de nuestro pacto de fe (ver Juan 10:28-29).
Como Dios es el que protege nuestra salvación, podemos confiarle plenamente nuestra vida.
jueves, 8 de mayo de 2014
08/05/2014 - Hablar de Jesús
… me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. —1 Corintios 2:2
El ex jugador de la liga profesional de béisbol de Estados Unidos, Tony Graffanino, habla sobre un ministerio en un país europeo. Cada año, su institución organiza un campamento de béisbol de una semana. Durante ese tiempo, también ofrecen un estudio bíblico diario. En los últimos años, el líder intentó encontrar maneras razonables de convencer a los campistas de que Dios existe, para que pusieran su fe en Él. Después de unos trece años, solo tres personas decidieron seguir a Jesús.
Entonces, cambiaron su enfoque. Según Graffanino, en lugar de «intentar presentar hechos o ganar argumentos para debate», sencillamente hablaron de «la vida y las enseñanzas maravillosas de Jesús». Desde entonces, más campistas escucharon y decidieron seguir al Señor.
El apóstol Pablo dijo que cuando les hablamos a otros del evangelio de Jesucristo, tenemos que ofrecer una «… clara exposición de la verdad […]. No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor» (2 Corintios 4:2, 5 nvi). Este era el estándar de Pablo para la evangelización: «… me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado» (1 Corintios 2:2).
Tenemos que conocer la Biblia y las razones que sostienen lo que creemos; y a veces, es necesario explicar esas razones. Pero la historia más convincente y eficaz que podemos contar es la que coloca a Cristo en el centro.
miércoles, 7 de mayo de 2014
07/05/2014 - Mi clase de gente
… ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús… —1 Corintios 6:11
Hace años, en una reunión en la iglesia, el pastor Ray Stedman leyó desde el púlpito el texto del día: «… No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican la homosexualidad o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o estafan a la gente: ninguno de ésos heredará el reino de Dios. Algunos de ustedes antes eran así…» (1 Corintios 6:9-11, ntv).
Entonces, levantó la mirada, con una sonrisa desconcertada en el rostro, y dijo: «Solo por curiosidad. ¿Cuántos de ustedes tienen uno o más de estos pecados en su pasado? Si así fuera, ¿podrían ponerse de pie?».
Entre nosotros, había un jovencito que nunca antes había estado en la iglesia. Había aceptado a Cristo hacía poco en una campaña de Billy Graham y ese domingo había ido a la iglesia con temor y temblor, sin saber qué encontraría. Tiempo después, me dijo que cuando escuchó la pregunta del pastor, miró a su alrededor para ver si alguien más se ponía de pie. Al principio, nadie lo hizo, pero poco a poco, la mayor parte de la congregación se levantó. Entonces, se dijo: «¡Esta es mi clase de gente!».
Todos podemos encontrarnos en la lista de Pablo de 1 Corintios. Pero cuando confesamos nuestro pecado y aceptamos el regalo de vida eterna que nos otorgó la muerte de Jesús, nos transformamos en una nueva criatura salvada por gracia (Romanos 6:23; 2 Corintios 5:17).
martes, 6 de mayo de 2014
06/05/2014 - Cuestiones del corazón
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. —Proverbios 4:23
Nuestro corazón bombea a un ritmo de 70 a 75 latidos por minuto. Aunque suele pesar unos 300 gramos, un corazón saludable bombea unos 7.500 litros de sangre a través de casi 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos cada día, y genera suficiente energía como para conducir un camión unos 30 kilómetros. En toda una vida, es el equivalente a un viaje de ida y vuelta a la luna. Un corazón saludable puede hacer cosas maravillosas. Por el contrario, si no funciona bien, todo el cuerpo se resiente.
Lo mismo podría decirse de nuestro «corazón espiritual». En la Escritura, el corazón representa el centro de nuestras emociones, pensamientos y razonamientos. Es el «centro de comando» de nuestra vida.
Por eso, tiene mucho sentido que la Palabra aconseje: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón» (Proverbios 4:23). No obstante, nos cuesta aceptar este consejo. La vida siempre nos exige tiempo, energía y atención inmediata. En comparación, tomarse el tiempo para escuchar la Palabra de Dios y hacer lo que nos enseña quizá no parezca tan urgente. Tal vez no notemos las consecuencias de este descuido de inmediato, pero con el tiempo, podemos llegar a experimentar un paro cardíaco espiritual.
Doy gracias a Dios por habernos dado su Palabra. Necesitamos su ayuda para no descuidarla y para usarla a fin de alinear nuestro corazón con el suyo cada día.
lunes, 5 de mayo de 2014
05/05/2014 - ¿De quién es el mérito?
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme… —Jeremías 9:24
Chris Langan tiene un coeficiente intelectual superior al de Albert Einstein. Moustafa Ismail tiene bíceps de casi 80 centímetros de diámetro y puede levantar 270 kilos. Se estima que Bill Gates tiene miles de millones de dólares. Los que tienen habilidades o posesiones extraordinarias pueden verse tentados a valorarse más de lo que deberían. Pero no hace falta ser increíblemente inteligentes, fuertes o adinerados para querer atribuirnos el mérito de nuestros logros. Cualquier hazaña, grande o pequeña, genera la pregunta: ¿De quién es el mérito?
Durante un tiempo de juicio, Dios les habló a los israelitas mediante el profeta Jeremías, y les dijo: «No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas» (Jeremías 9:23). En cambio, «… alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme…» (v. 24). El Señor quería que su pueblo valorara su persona y su excelencia sobre todo lo demás.
Si permitimos que los elogios alimenten nuestro ego, olvidamos que «toda buena dádiva […] desciende […] del Padre…» (Santiago 1:17). Es mejor darle la gloria a Dios; no solo porque esto protege nuestro corazón del orgullo, sino también porque el Señor lo merece. Él es Dios, el único que «hace cosas grandes […] y maravillas sin número» (Job 5:9).
domingo, 4 de mayo de 2014
04/05/2014 - Lágrimas de gratitud
… la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. —1 Corintios 11:26
En una reunión de la Cena del Señor a la que asistimos con mi esposa, se invitó a la congregación a pasar al frente a recibir el pan y la copa de mano de uno de los pastores o ancianos. Le hablaron a cada uno sobre el sacrificio de Jesús por ellos. Fue una experiencia conmovedora, durante un momento que a veces puede volverse rutinario. Cuando regresamos a nuestros asientos, observé cómo otros iban pasando lentamente y en silencio. Fue impactante ver cuántos volvían con lágrimas en los ojos. Para mí y para otros con los que hablé después, eran lágrimas de gratitud.
La razón de las lágrimas de gratitud se ve en la causa de la mesa de la Cena del Señor. Después de instruir a la iglesia de Corinto respecto al significado de esta conmemoración, Pablo enfatizó sus comentarios con estas palabras poderosas: «Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:26). Con los elementos de la Cena del Señor, que apuntan directamente al sacrificio de Cristo por nosotros, la reunión fue mucho más que un ritual… se trató de Jesús. De su amor, su sacrificio, su cruz. Por nosotros.
¡Qué insuficientes resultan las palabras para expresar el extraordinario valor de Cristo! A veces, las lágrimas de gratitud trasmiten aquello que las palabras no pueden articular.
Testimonio para la Gloria de Dios
Les deseo muchas Bendiciones y Salud
Les comparto
http://www.youtube.com/watch?v=j6WpMneKRrY
--
Luis G. Palomino A.
sábado, 3 de mayo de 2014
03/05/2014 - Me cambió la vida
Díganlo los redimidos del Señor, los que ha redimido del poder del enemigo. —Salmo 107:2
Tras la muerte del pionero de la computación, Steve Jobs, en el 2011, más de 1.000.000 de personas en todo el mundo publicaron tributos en su nombre por Internet. El tema en común era el impacto que Jobs había producido en ellos. Afirmaban que sus vidas eran distintas gracias a sus innovaciones creativas, y anhelaban expresar su apreciación y su dolor. La pantalla de una tableta electrónica decía en letras grandes: iSad [Estoy Triste].
La gratitud impulsa la expresión, que es precisamente lo que describe el Salmo 107: «Díganlo los redimidos del Señor, los que ha redimido del poder del enemigo» (v. 2). Este salmo habla de personas con grandes problemas, que fueron libradas por Dios. Algunos eran vagabundos y tenían necesidades (vv. 4-5); otros se habían rebelado contra la Palabra del Señor (vv. 10-11); y otros estaban desesperados cuando clamaron a Dios (vv. 26-27). Él los rescató a todos. «Alaben la misericordia del Señor, y sus maravillas para con los hijos de los hombres» (vv. 8, 15, 21, 31).
Cuando consideramos la inmensidad del amor de Dios, su gracia al enviar a Jesucristo a morir por nosotros y resucitar, y todo aquello de lo que nos ha librado, ¡no podemos evitar alabarlo y querer contarles a los demás cómo nos cambió la vida!
viernes, 2 de mayo de 2014
02/05/2014 - Árbol de reposo
… ha quedado un remanente escogido por gracia. —Romanos 11:5
El árbol solitario en el terreno frente a mi oficina era un misterio. Se habían podado hectáreas de árboles para que el agricultor pudiera cultivar maíz, pero uno seguía en pie, con las ramas extendidas. Pronto el misterio del árbol sin cortar se resolvió. Me enteré de que, tradicionalmente, los agricultores dejan un solo árbol en pie para que ellos y sus animales tengan un lugar fresco donde descansar durante el calor agobiante del verano.
A veces, descubrimos que somos los únicos que sobrevivimos a algo y no sabemos por qué. A los soldados que vuelven de la guerra y a los pacientes que han superado una enfermedad difícil les cuesta entender por qué ellos sobrevivieron y otros no.
El Antiguo Testamento habla de un remanente de israelitas a quienes Dios perdonó cuando la nación fue exiliada. Este grupo conservó la ley del Señor y, más adelante, reconstruyó el templo (Esdras 9:9). El apóstol Pablo se refería a sí mismo como parte del remanente divino (Romanos 11:1,5). Fue perdonado para transformarse en mensajero de Dios a los gentiles (v. 13).
Si quedamos en pie mientras otros caen, levantemos las manos al cielo en adoración y extendamos los brazos para proveer sombra para los cansados. El Señor nos permite ser un árbol de reposo para los demás.
jueves, 1 de mayo de 2014
01/05/2014 - «Si quieres»
… Señor, si quieres, puedes limpiarme. —Mateo 8:2
Melina quería que su papá la ayudara, pero le daba miedo preguntarle. Sabía que cuando él trabajaba en su computadora, no quería que lo interrumpieran. «Quizás se enoje conmigo», pensó, así que no le preguntó.
No podemos tener esta clase de temor cuando acudimos a Jesús. En Mateo 8:1-4, leemos sobre un leproso que no dudó cuando tuvo que interrumpir al Señor para comunicarle sus necesidades. La enfermedad de este hombre le producía desesperación; lo habían marginado de la sociedad y se encontraba profundamente angustiado. Jesús estaba ocupado con «mucha gente», pero el leproso se abrió paso entre la multitud para hablar con Él.
El Evangelio de Mateo relata que este hombre se acercó y «se postró ante él» (v. 2). Se aproximó a Jesús en adoración, humildad y confianza en su poder, reconociendo que podía ayudarlo si quería. Le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme» (v. 2). Con compasión, Jesús lo tocó (la lepra lo había vuelto «intocable», según las normas de la ley judía), y fue limpio de inmediato.
Al igual que el leproso, no tenemos por qué dudar para acercarnos a Jesús y pedirle ayuda. Cuando acudimos a Él con humildad y adoración, podemos confiar en que decidirá lo mejor para nosotros.