NUESTRO PAN DIARIO
07/06/2014
¿Qué queremos?
Lectura: Salmo 73:1-3, 21-28
… fuera de ti nada deseo en la tierra. —Salmo 73:25
Mi amiga María dice que no siempre canta todas las palabras de los himnos y los coros en las reuniones en la iglesia, porque no le resulta honesto decir «lo único que deseo es a Jesús», cuando su corazón también desea muchas otras cosas. Valoro mucho su sinceridad.
En el versículo 5 del Salmo 73, Asaf suena como un hombre de mentalidad espiritual que lo único que desea es a Dios: «… fuera de ti nada deseo en la tierra». Pero él no empezó así este salmo, sino que, al principio, admitió que quería ser tan próspero como los que lo rodeaban: «Porque tuve envidia de los arrogantes» (v. 3). No obstante, cuando se acercó al Señor, reconoció que era una insensatez ser envidioso (vv. 21-22, 28).
Aunque conozcamos a Dios, la prosperidad de los demás suele distraernos. C. S. Lewis escribió: «Al parecer, nuestro Señor halla que nuestros deseos no son demasiado fuertes, sino demasiado débiles […]. Nos conformamos muy fácilmente» con cosas menos importantes que Él.
¿Qué nos enseña sobre Dios este salmo, que podría ayudarnos cuando nuestros deseos se apartan de lo mejor que Él tiene para nosotros? Bien, vemos que, aunque seamos tentados a envidiar lo que otros tienen, el Señor está guiándonos siempre y haciendo que nos volvamos a concentrar en Él: «… la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre» (v. 26).
—AMC
Señor, que no olvide que la satisfacción verdadera está solo en ti
Una dosis diaria de sabiduría de Dios sanará el corazón enfermo de envidia.
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