Nuestro Pan Diario
18/11/2014
Amor arraigado
Lectura: Hebreos 13:15-25
Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis… —Hebreos 13:16
Al pensar en las maravillas de la creación divina, lo que más me asombra son las enormes secuoyas. Estos árboles gigantes pueden crecer hasta 90 metros de altura y tener un diámetro de más de 6 metros. Llegan a vivir más de 3.000 años y son resistentes al fuego. Es más, los incendios forestales abren las piñas y desparraman las semillas en el suelo fertilizado por las cenizas. Quizá lo más asombroso es que pueden crecer con solo un metro de profundidad de tierra y soportar vientos fuertes. Su solidez yace en que sus raíces están entrelazadas, lo que las fortalece y alimenta entre sí.
El plan de Dios para nosotros es similar. Nuestra capacidad para permanecer firmes a pesar de los vientos impetuosos de la vida es proporcional al amor y el respaldo que recibimos del Señor y de los demás. Entonces, como dice el escritor de Hebreos, no debemos olvidarnos «de hacer bien y de la ayuda mutua» (13:16). Piensa cuán difícil sería soportar la adversidad si nadie compartiera con nosotros la fortaleza de sus raíces.
Las palabras de aliento, las oraciones intercesoras, el llorar juntos, el sostenernos unos a otros y, a veces, el solo hecho de sentarnos con alguien para demostrarle que lo amamos, tienen gran poder.
—JMS
Señor, gracias por entrelazar tu poder en mi vida. Guíame hoy para suplir la necesidad de amor y fortaleza de alguien, con los recursos que tú me has dado.
Que las raíces del amor de Dios en tu vida se entrelacen con quienes necesitan tu ayuda.
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